30.3.10

Pelo Rojo

Mirando de frente a la muralla de ladrillo, mi pelo se tiñó rojo, mi piel se puso blanca, mis ojos redondos y negros. Mis pantalones se arremangaron, alejándose de mis zapatos negros y mostrando por primera vez al mundo mis calcetines blancos. Blancos como calzoncillos, como enaguas, como algo tan blanco que no debería verse. Como un episodio vergonzoso de la infancia, mis calcetines blancos aparecieron sorpresivamente.

Los trajes grises cayeron de las nubes. Las corbatas negras salieron arrastrándose de rincones oscuros. Las camisas se elevaron con el vapor de las alcantarillas, abotonándose a medida que surgían. Poco a poco empezaron a acorralarme, asi que decidí cerrar los ojos y pretender estar en otra parte, para no sentir el dolor de la golpiza.

Cuando los volví a abrir, mi pelo se había llenado de canas, mi cara se había arrugado y mi ropa era otra. Ahora todo, todo lo que llevaba puesto era de lana y me adornaba en mi silla de ruedas, chaciéndome ver como un sofá. "Soy un sofá", pensé. "Un sofá humano". Me puse los anteojos y seguí leyendo el diario por un par de años.

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